miércoles, 31 de enero de 2018

Planeta innombrable

No hay comentarios

 Tus labios están pasándome factura,
y no puedo pagarla.

 Créeme, esta vez será la última.
No creo que vuelva a llamar hogar
a nadie.
 Se cerró la puerta de golpe
dejándome encerrado en el exterior.
 Y el corazón
me lo dejé en casa.

 Porque sí, es posible
abrir la misma herida,
pero curarla por segunda vez es
otra historia.

 Qué filantropía y qué mundo,
qué incógnita del caos tan bien resuelta,
qué todo a tiempo.
 Solía decir.

 Ahora,
 ¿qué hacer?
  ¿Se te ocurre algo?
¿Se te ocurro yo?

 Qué voy a ocurrírsete yo.
Eres tú quien se me ocurre a mí,
 que te recuerdo con la misma maldita canción,
que me acompaña cuando soy mitad alegoría mitad metáfora,
que me acuna el día antes de ser adulto,
que me grita y mi oído lo reconoce como susurro.

 ¿A quién se le ocurre?

 Estoy desesperado.

 No espero que vuelvas por Navidad.
Pero cuando lo hagas,
 juro que ese día
se convertirá
en fiesta internacional.

  El desamor es percatarse del movimiento de la Tierra
                                                                                        y marearse.







No hay comentarios :

Publicar un comentario